DEBE EL ROYAL POSAR FUERA DE LO COLECTIVO, SIN CONFUNDIR EL POSADO REAL CON LA INSTANTÁNEA PARA NOTICIARIOS.
Tenemos que traer a citación las bellas palabras del escritor irlandés John Banville (seudónimo Benjamin Black) en su novela Eclipse, que es una aventura lírica acerca de la memoria, la familia y la identidad: Ayer levanté la mirada de donde estaba sentado y vi a uno de los adultos posado en el alféizar de la ventana. Siempre me sobrecoje el tamaño de estos pájaros cuando se los ve de cerca. Son tan amenazadoramente elegantes cuando vuelan y cuando aterrizan se vuelven tristemente cómicos, posados sobre sus delgadas patas y sus pies ridículamente planos, como el prototipo lleno de borrones de una especie mucho más hermosa, mucho mejor formada. Y decimos que semejantes pájaros bien pudieran ser los funcionarios royales Felipe El Preparao y Letizia La Fiztizia.
Presentamos a nuestra incondicional audiencia una videola que juzgamos muy significativa para en correcto entendimiento de los reales posados de palacio. Lo cierto es que los posados reales, sean costumbristas entre la gentecilla o de palacio, son una anomalía por su carácter de autorepresentación biográfica, ya que la función de la monarquía es representación y comediografía pero de terceros, no de sí propio. Hoy se confunde la instantánea para medios gráficos con el posado, como se confunde el posado con la pose. Tradicionalmente, los monarcas han posado para retratos de estudio con los que efigiar su real figurilla, bien a través del lienzo, de la estampa o del grabado, bien en la moneda de curso legal como en libros, gacetillas, folletos o para retrato oficial enmarcado mediante lo que se vino en conocer en el lenguaje jurídico sobre propiedad intelectual como la mera fotografía. En el posado auténtico, el royal se limita a estar, sin postularse ante el observador o ante la cámara, es decir sin ser él mismo. Hay que diferenciar el auténtico posado real, que puede ser de individuo o de grupo si se trata de la real familia, pero nunca en compañía de súbditos o de terceros ajenos a la real familia, de la instantánea para prensa o del testimonio para noticiario, en los que cabe captar los saludos o las reverencias, pero nunca como un posado formal, ya que la majestad real ha de preservarse haciéndola singular para que pueda desplegar toda su potencia de autoridad en el reino.
Lo que ilustramos en la videola enseña que los posados colectivos con gentecilla desdoran siempre la majestad royal, en este caso provocando una situación horrorosa en la que los dos funcionarios royales se ven preteridos por el plantón que, al romper el posado, les infligen todos los componentes del conjunto, dejándolos en el más espantoso ridículo.