EL CABAL ENTENDIMIENTO DE LO DINÁSTICO REFIÉRESE POR SIEMPRE A UN MISMO ASCENDIENTE LINAJUDO COMO ORIGEN DE TODA NOBLEZA, MÁS NUNCA A CAUDILLAJES CIVILES. El régimen corrupto español balancea entre un modelo democrático burgués y un caudillismo basado en los personalismos infantiles, después de pasar de un sistema basado en el militarismo autoritario a una democracia reformista de tipo formal, a una democracia dirigida. Esto se explica porque el poder político e institucional del país sigue estando en manos de las derechas dinásticas españolistas herederas de los regímenes precedentes, como la Restauración de 1875 o la Regencia militar del general Francisco Franco. Estas derechas dinásticas tratan de reproducir un sistema de turnismo parlamentario alternante, mediante dos organizaciones políticas, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, que son simples entramados falsarios de una misma fuerza hegemónica. Pero dichos cambios no han alcanzado a la verdadera esencia del régimen partitocrático español, que sigue siendo corrupto y mafioso, como apunta un interviniente que aparece en la videola. Este carácter corrupto y mafioso se manifiesta en diversos planos, uno de los cuales es el plano de las componendas para asaltar las instituciones del país al margen de la voluntad de los ciudadanos, en este caso a través de la utilización fraudulenta de un procedimiento constitucional de retirada de la confianza política, como es la moción de censura al Gobierno. De ahí que sea correcto calificar al suceso como golpe palaciego. Estos sistemas conducen siempre al deterioro social y al empobrecimiento de las mayorías sociales, porque el centro de la acción política gira en torno a las formas de conservar el poder, como una forma de consolidar redes clientelares de enriquecimiento a la sombra de las instituciones gubernamentales. No es infrecuente que estos regímenes corruptos deriven en violencia y en fenómenos antisociales como el narcotráfico o las redes de inmigración ilegal, al acentuarse las desigualdades sociales, que son asimismo el caldo de cultivo para la destrucción de la democracia. La existencia en España de una clase hegemónica que detenta el poder y las instituciones, las que se disputa entre sí de modo endogámico, consolida un sistema de desigualdad con las capas medias de tipo urbano, pero también rural, y con la población común. Porque la inestabilidad política conduce a inestabilidad del orden jurídico-constitucional y esta a los procesos de desintegración territorial.