La tentación nos invade como una marabunta, es visceral, recorre nuestro ser. La tentación vive en el cuerpo, se recrea en la imaginación, explota con un gesto. Amador Montes reúne en su obra la seducción del erotismo que impregna a los alimentos, que da sabor a lo que comemos. Cocinar es como hacer el amor, compartir el gozo, exaltar los apetitos. Amador no escatima en el tiempo que le lleva pintar, no limita sus texturas, sus capas, se empecina en el lienzo.