Un complejo entramado de cables de más de 2,2km recorre el SEAT Ateca, como si de un conjunto de arterias, venas y capilares del cuerpo humano se tratara. Esta electrónica permite que nuestro vehículo responda en milésimas de segundo cuando activamos alguna de sus funciones. Conocemos aquí el sistema circulatorio y nervioso de un coche.