Fuente: 1.000 Días sin Marta, emitido el 07/12/2011
Hola Miguel,
Seguramente no quieras leer esta carta, pero me veo en la obligación de hacerlo en una última súplica a la persona que tiene en sus manos terminar con una interminable tortura que es el no saber dónde esta mi hija.
Pensar que por un pacto de silencio ella no reposa donde debería, en un campo santo, donde será recogida por dios, donde pueda llevarle unas flores por su cumpleaños, donde pueda conversar con mi niña.
Imaginar que lo sonrisa que tanto te gustaba de ella se pudre un basurero, o en el fondo del río, o sepultada en una tumba, que no es tumba sino un hoyo escondido para todos o solo para ti.
Te suplico una vez más que me llames o que me escribas, yo solo quiero oírte no insultarte, ni reprocharte, sólo oírte.
A veces me pregunto que intención tiene tu silencio, no quiero imaginarme si tu madre te estuviese viendo lo que pensaría de ti. De lo que ha pasado, del dolor que muchos sufrimos de mi propio dolor. ¿Qué te diría cogiendote de la mano y acariciándote el pelo?. ¿Qué te pediría ahora que estas preso y que un futuro tan negro te amenaza?
Con la muerte de tu madre te quedaste sólo, pero con la muerte de mi hija te has quedado vacío, el vacío en el estomago que no te deja dormir porque no hay acto mas cruel y despreciable que quitarle la vida a una persona y más aun si esa persona te tenia el cariño que tenía Marta. Porque Marta siempre se alegraba cuando las cosas te iban bien.
Puede que todo esto te raye, que te haga sonreír, mientras lees estas palabras escritas desde el dolor de una madre que se consume, pero quizá algún día comprendas todo el sufrimiento que estas causando a unos padres y a unas hermanas que a pesar de todo te sigue llamando “El Miguel”.
Sólo quiero que me digas por tu madre, por ti o por mi, Miguel dónde está el precioso cuerpo de mi niña.