Sólo faltaba un mes para que Jordi, que así se iba a llamar, naciera. Su lesión irreversible puso a sus padres, una pareja catalana, en una encrucijada. Optaron por interrumpir el embarazo. La sanidad pública dijo no y les mandó a la privada. A Jordi y Nuria les atendieron en un Hospital público de París. Han incinerado a su hijo y denuncian el abandono de la Sanidad Pública y la intimidación que sufren los centros que aplican la ley.