Guadalajara recibía a Zapatero con un polideportivo lleno hasta la bandera, aunque el presidente pronto pudo comprobar que no todos venían a escuchar. Un reducido grupo de funcionarios de justicia en huelga interrumpieron su discurso, aunque no perdió la sonrisa en ningún momento. Atemperó los ánimos para que el enfrentamiento en la grada no fuera a más. Al final abandonaron sus asientos, y Zapatero le dio la vuelta a la tortilla.