La calle principal de Yunquera, Málaga, se convirtió en un río de barro que arrastró todo lo que pilló a su paso. En media cayeron 65 litros de agua por metro cuadrado. Pero a la lluvia se unió el granizo. Como consecuencia de esta tromba las cañerías se taponaron, las casas se inundaron y el agua alcanzó el metro de altura en las plantas bajas. Las últimas lluvias del verano han dejado decenas de viviendas y garajes anegados, cultivos dañados y carreteras cortadas. Los vecinos de la Yunquera no han dormido y se han pasado toda la noche achicando agua de sus casas mientras el ayuntamiento ya piensa declarar el pueblo zona catastrófica.