"Me siento con una mezcla de alegría y de tristeza". Sigler llegó en una ambulancia y debió ser bajado en una camilla antes de ser colocado en una silla de ruedas, pues no puede caminar. Su liberación y el traslado de otros seis disidentes fueron anunciados por la Iglesia. Según activistas de derechos humanos, el disidente, de 46 años, era deportista y practicaba boxeo, pero en sus años en la cárcel padeció de neuropatía, entre otras patologías, que deterioraron su salud y lo dejaron parapléjico.