El barrio de la Oliva, en Sevilla, le ha declarado la guerra a las pintadas. Con la ayuda del ayuntamiento, son los propios vecinos los que se encargan de borrarlas. Para evitar más grafitis en el futuro se va a habilitar un espacio municipal para que puedan realizarlas sin ensuciar las fachadas de los vecinos. Allí sus vecinos han decidido movilizarse y han salido a la calle petrechados con cubos llenos de pintura y brocha en mano.