La ola de calor se ceba con las islas afortunadas. La circunstancia preocupa poco a quien puede gozar de sus playas. Pero los agricultores se ven obligados a apresurarse a recoger la cosecha de patata. Ante las altas temperaturas que se viven durante el día, la recogida se realiza por la noche. La patata, enterrada, se encuentra a una temperatura de entre 15 y 17 grados. Sacada de su nicho, al ser expuesta a temperaturas de más de 35 grados, se pudre con rapidez. Por la noche no existe ese problema.