La Torre Eiffel era testigo del título de liga que el París Saint Germain llevaba casi 20 años sin ganar. Y más de 10.000 aficionados se reunían en la plaza de Trocaderos para celebrarlo con su equipo. Pero los jugadores poco tiempo tuvieron ofrecer a sus hinchas el esperado trofeo porque la celebración se vio empañada por los primeros actos vandálicos. La violencia se empezó a extender por las calles de París, conviertiéndose en un campo de batalla. Los aficionados más radicales comenzaron a lanzar bengalas y pertardos a los antidisturbios. Un gran despliegue policial de 490 agentes y siete unidades móviles intentaban disuadirlos con gases lacrimógenos.