Cerca de treinta metros de la muralla medieval de Zaragoza se han venido abajo. Los vecinos habían denunciado que se estaba inclinando y el profundo deterioro que presentaba, pero el Ayuntamiento creyó que no existía riesgo de derrumbe. Finalmente sus augurios se han cumplido y la zona ha tenido que ser cortada para peatones y vehículos. Las intensas lluvias han podido precipitar el desplome de la muralla. Por fortuna no hay que lamentar heridos.