Cuando vamos caminando por la calle. Cuando quedamos con amigos en un una terraza. O cuando estamos en la cama, incluso acompañados. ¿Cuántas veces nos conectamos a una red social? Hemos desarrollado una necesidad constante de comunicarnos a través de las RRSS, y su dependencia no patológica también se nota a nivel físico. A veces, las respuestas que recibimos de otras personas no nos encajan. El problema viene cuando esa conducta se convierte en una obsesión y es repetitiva. Sentarse a la mesa y entablar una conversación se complica. Esto es lo que pasa a nivel mundial, en tan sólo un minuto, en las redes sociales más conocidas: En Facebook se generan más de 2.400.000 interacciones, los usuarios de Whats Up comparten más de 347.000 fotos, llegan 277.000 tweets, y se suben 72 horas de videos nuevos en Youtube. Y notamos el estrés. Hay que saber buscar el equilibrio. La interacción virtual y el avance tecnológico ha supuesto una revolución comunicativa. Pero también debe haber tiempo para el silencio y la soledad. Y llegados a este punto nos preguntamos ¿podríamos vivir sin las RRSS?