No se llegó a paralizar Cataluña, tal y como anunciaban los CDR, los autodenominados Comités de Defensa de la República, pero sus acciones sí que llevaron al límite a las fuerzas de seguridad. Con cargas de los Mossos d'Esquadra en Barcelona como respuesta al lanzamiento de objetos de todo tipo e incluso agresiones a los agentes. Con calles donde los violentos arrancaban adoquines y levantaban barricadas con vallas y contenedores. Todo entre los reproches de los independentistas que no querían violencia de ningún tipo en sus protestas. Enfrentamientos como los de bomberos y agentes rurales independentistas con los policías autonómicos que participaban en el operativo. Estos incidentes dejan un saldo de al menos once detenidos, diez de ellos en Barcelona, con un menor de edad. Ya han pasado a disposición judicial y están acusados de desórdenes públicos, además de atentado y resistencia a la autoridad. El balance oficial de heridos es de al menos 65, 35 de ellos Mossos d'Esquadra y, también, varios reporteros gráficos, algunos de ellos víctimas de agresiones. Una violencia que dejaba en un segundo plano las manifestaciones sin incidentes de la tarde. Con hasta 40.000 personas, según la Guardia Urbana, en una marcha de la ANC en Barcelona. En Gerona, las protestas se centraban no sólo contra el gobierno central, sino, también, contra la propia Generalitat de Cataluña.