Al grito de presidente coreaban en Barcelona a Albert Rivera; y él en claro guiño a su público en el resto de España proclamaba la victoria constitucionalista "del naranja". En el PP le ponían la mejor cara posible a la durísima derrota pero reivindicaba la fórmula Rajoy. Pero, al menos los catalanes, no han confiado nada, de nada en el PP. Un gancho rabioso, en forma de votos, a Mariano Rajoy que llegaba a Génova a vivir una noche de esas para olvidar. Las expectativas mustias y frustradas también en Ferraz. Pero insistiendo en que los 17 diputados del PSC tiene un papel importante en eso del diálogo; la misma cantinela triste en Podemos.