Una camioneta atraviesa a toda velocidad una explanada a las afueras de Oklahoma, en Estados Unidos. El conductor huye de la policía y no está dispuesto a ponerles las cosas fáciles a los agentes. Detrás de él, una patrulla trata de dirigir al sospechoso hasta un control. Parece que esta vez no tiene escapatoria, pero la pericia al volante del fugitivo logra alargar la caza. La fuga ha comenzado tres horas antes, cuando la policía sospecha que la furgoneta negra ha sido robada. Desde entonces hasta aquí. Un agente apunta directamente a la ventanilla del vehículo. La amenaza no surge mucho efecto. La furgoneta lejos de detenerse prosigue con su huida. Esta vez marcha atrás. Una mala decisión que le lleva a estancarse en una charca. Rodeado por la policía, desarmado y a pie. El hombre aún dará trabajo a las fuerzas policiales. La historia pasa de las cuatro ruedas a una frenética carrera entre la maleza. Que acaba con uno de los policías logra acercarse lo suficiente. Y derriba al sospechoso con una pistola táser. Ya esposado, los agentes detienen a este incansable prófugo y lo ponen bajo custodia.
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