Entre los inquilinos de la torre Grenfell arrasado por el fuego en Londres hay dos familias españolas que por fortuna pudieron escapar del infierno y ponerse a salvo aunque han perdido todo lo que tenían. Se trata de Dorinda, su marido y su hijo que llevan 21 años viviendo en la torre. "Me puse un vestido de andar por casa, unas chanclas y bajé", cuenta para añadir que "se han quemado todo mis recuerdos, mi vida", aunque agradece que sigan vivos. Otra testigo de lo vivido en la torre es Ana, voluntaria de servicios de emergencias en Londres desde hace 6 años, llegó a las 5 de la madrugada. Vio llorar a los bomberos de impotencia. Hoy Ana se pregunta si pudo hacer algo más. 
-Redacción-