Tres ataques en Reino Unido en los últimos tres meses. El 22 de marzo, un hombre embistió con su coche a los transeúntes que paseaban cerca del Parlamento. Mató después con un cuchillo a un policía que custodiaba el edificio. Hubo cinco muertos, además del agresor que, tras los disparos fue finalmente abatido. Manchester fue el siguiente objetivo, con un atentado el 22 de mayo a la salida de un concierto de Ariana Grande. Dejó 22 muertos y 116 heridos. Reino Unido elevó entonces la alerta al nivel "crítico", con el Ejército patrullando por las calles. Manchester recuerda hoy a las víctimas de ese atentado. Lo hace con un concierto en el que actúa la propia Ariana Grande junto a Coldplay o Justin Bieber, entre otros. Se blindaba esta semana Cardiff, la capital de Gales, por la final de la Champions. Fuerte despliegue de seguridad. Ningún incidente. Pero, en Londres, con el partido juego, se produjo ayer el último golpe. De nuevo, atropello y apuñaladas en plena calle. El perfil de los autores de los atentados es el mismo: jóvenes británicos, de segunda generación, radicalizados y dispuestos a morir matando.
-Redacción-