Manuel Moix, el jefe de los fiscales Anticorrupción, intentó, en contra del criterio de los dos fiscales adscritos al caso, impedir uno de los registros de ayer. No directamente vinculado a Ignacio González, sino a otro de los investigados, sobre hechos ocurridos en 2001. Discrepaba también de algunos de los delitos que apreciaban sus subordinados, que no quisieron acatar sus órdenes y convocaron la Junta de Fiscales Anticorrupción. Reunión de urgencia, inusual, el pasado martes: una veintena de fiscales en la misma mesa y casi todos respaldaron a sus compañeros. Sólo un voto a favor de Moix, que tuvo que rectificar a pesar de contar con el aval de quien le aupó en el cargo: el fiscal general del Estado. Para el ministro de Justicia, todo son especulaciones. Pero la oposición cree que Gobierno ha obstaculizado la investigación y pide que comparezcan ministros y fiscal general. El fiscal general, en el punto de mira, porque antes de proponer a Moix, fue advertido de que el nombre de su candidato aparecía en el sumario que dio pie a las detenciones de ayer. En una conversación telefónica, grabada por la Guardia Civil, entre Ignacio González y Eduardo Zaplana donde se felicitaban del posible nombramiento de Moix como fiscal Anticorrupción, porque al ser una persona próxima al PP, creía González, le iría mejor.
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