Con el tronco torcido y un lamento a cada paso, Yusef recorre una a una las lápidas donde acaba de enterrar a 20 de los suyos. 20 nombres, que va pronunciando con la voz quebrada. Padres, hermanos, primos axfisiados en pocos minutos por el gas mortal. Y aun con todo, el dolor más insoportable lo llevaba en brazos minutos antes. Sus mellizos de apenas unos meses tampoco resistieron el gas toxico. Aya y Ahmed fueron asesinados junto a su madre. "Han muerto delante de mi, dice a a este peridista, que tampoco puede remediar las lagrimas. Los ha enterrado con sus propias manos en este cementerio de la aldea de Yan Saikun, donde los muertos -por supuesto gas sarín- alcanzan ya los 86, entre ellos decenas de niños. Naciones Unidas asegura que sería el peor ataque químico desde el 2013 de las tropas de Al Asad si finalmente se confirma. En su desamparo, Yusef ha querido contarlo, por si el terrible drama de este sirio aun puede remover conciencias.