Ana invirtió aquí todos sus ahorros, 16 millones de pesetas. 15 años después, los cimientos de su vivienda se hunden, el suelo se inclina y hay grietas en las que cabe un brazo entero. Su piso se construyó en una pendiente arcillosa, sobre un subsuelo que se desplaza. Hay 200 familias afectadas, de las que 22 han sido desalojadas. Como Francisco. Compró su casa por 105.000 euros. Hoy su piso no vale ni la mitad. Sigue pagando hipoteca, y además, un piso de alquiler. Antonio no ha sido desalojado, pero vive en su piso con miedo al derrumbe. En 1994, el Ayuntamiento calificó el suelo como urbanizable. El juez determinó que los daños no responden a defectos constructivos, sino a desplazamientos del terreno a 20 o 30 metros de profundidad, difícilmente predecibles. Gobierno Central, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Arcos de la Frontera se han comprometido a invertir más de 5 millones para detener el avance de la ladera.
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