Sabemos dónde está lo que queda de nosotros tras la muerte: en la nube. Un lugar de misticismo digital donde encontrar recuerdos, una despensa sin fondo que almacena música, libros, proyectos, parte de una vida. Y para que, al morir, ese legado digital no quede desamparado, el Gobierno catalán propone que tenga herederos. Un proyecto de ley que será llevado al Parlamento catalán para que en el testamento se pueda incluir a una persona que gestione el pasado virtual del difunto. Los padres, además, podrían acceder a las redes sociales de sus hijos si creen que están haciendo un mal uso de ellas. Pero, al final, la clave de acceso la tendrían que dar las empresas. Ellas cuentan con sus propias condiciones. Ellas poseen la última voluntad.
-Redacción-