Los parques de Ciudad Lineal se llenaron de advertencias, de policías y de miedo. Un barrio de Madrid que se convirtió en la zona de acción del agresor. Aquí, en septiembre de 2013, abusó de una niña de cinco años y aquí, en 2014, arrancó la 'operación Candy' para cazar al pederasta. La alarma saltó cuando en abril de ese año agredió sexualmente en su casa a una menor de nueve años. Dos meses después atacó a una niña china de seis años. A todas las drogaba y lavaba para no dejar rastro. A todas menos a su última víctima, una pequeña de siete años de origen dominicano cuyo testimonio ayudó a estrechar el cerco al pederasta. Después de cinco meses la Policía detenía en Santander a Antonio Ortiz. El hombre aficionado a las artes marciales y adicto a los anabolizantes que lamentaba el daño, aunque se consideraba inocente. Las pruebas demostraron lo contrario y la sentencia lo declara culpable.
-Redacción-