En la frontera norte de Serbia, cerca de un millar de refugiados soporta temperaturas de 20 grados bajo cero mientras espera una oportunidad para cruzar hacia Europa. Llegan desde Afganistán y Siria y duermen en almacenes abandonados cerca de la estación de trenes de Belgrado. Los migrantes tratan de combatir el frío con hogueras y mantas, pero los edificios donde descansan no tienen ventanas y conservar el calor se convierte en una tarea imposible. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha alertado este viernes de que al menos cinco refugiados han muerto ya por la ola de frío que azota Europa.
-Redacción-