Algunos vecinos de este pueblo de Palencia todavía se calientan con lo que era el suelo radiante de la época romana: la gloria. Una calefacción duradera, eficiente y muy barata que muchos aún conservan y otros han recuperado para calentarse, ante los altos precios de la luz y el carburante. El calor de esta llama circula por una galería subterránea de ladrillo, de cuarenta centimetros de altura hasta una chimenea. En pocos minutos el suelo ya coge una temperatura abrasadora.