Caracas, 20 abr (EFE).- Cada vez que falla la electricidad, los venezolanos saben que han perdido mucho más que la luz en las bombillas, pues también se apagan los servicios de telefonía, la conexión a internet, el bombeo de agua potable y otro cúmulo de aspectos que cuando funcionan hacen la vida más fácil.
Desde que los apagones venezolanos, frecuentes desde hace años en regiones lejanas de Caracas, se volvieron todavía más seguidos y prolongados, el país petrolero ha perdido unos 500 millones de dólares cada día que el Gobierno ha suspendido actividades laborales, según estimaciones del Parlamento.
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