Se llama terapia "alternativa" o "complementaria" a los tratamientos que no "encajan" en la práctica estándar de medicina occidental. Estas pueden ser:
Prácticas de curación tradicionales como la Ayurveda, acupuntura china y prácticas de los nativos indígenas americanos
Terapias físicas como la quiropráctica, masajes y yoga
Homeopatía
Hierbas o Flores
Trabajos de energía como la terapia de polaridad o Reiki
Técnicas de relajación como meditación y visualización
La mayoría de los médicos no están de acuerdo con las terapias alternativas. Creen que no se han hecho suficientes estudios sobre ellas y piensan que los pacientes responden mejor a las medicinas occidentales.
Otros prefieren combinar terapias alternativas junto con la medicina occidental. Creen que los tratamientos alternativos reducen el estrés, alivian efectos secundarios de antivirales o brindan otros beneficios.
Las terapias alternativas pueden producir efectos secundarios. Las expresiones "natural" o "no es un medicamento" no garantizan que estén libres de riesgos. La Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) no aprueba suplementos ni vigila su contenido o seguridad.
La mayoría de los estudios son para una enfermedad o condición específica y son posibles cuando cada paciente obtiene exactamente el mismo tratamiento, lo cual puede no ser así en las terapias alternativas.
Algunos tratamientos alternativos tratan a la persona en su totalidad, no a una enfermedad. Pueden restaurar la armonía, el balance o el flujo normal de energía. Los acupunturistas por ejemplo, utilizan el pulso para determinar si la energía de su cuerpo está balanceada. La acupuntura se basa en la energía individual de cada persona y no en su VIH, por ejemplo y puede resultar benéfico a pesar de que no están diseñados para combatir la enfermedad específica.