Lázaro Cárdenas determinó que no iba a vivir en el Castillo de Chapultepec, como se hacía antes; y permitió que se convirtiera en un museo para todos los mexicanos. Él tuvo una residencia muy austera cuando se mudó a Los Pinos, fue el pillo de Miguel Alemán Valdés al que le pareció poca cosa y que comenzó a construir un verdadero palacio en esa ubicación