Ser director técnico y jugador a la vez es una experiencia poco común. Héctor Bracamonte tuvo la oportunidad de hacerlo en el FC Terek Grozny cuando echaron a Rud Gullit. Faltaban tres partidos para finalizar el campeonato y el presidente Ramzán le pidió que se hiciera cargo del equipo. Ernestou le pregunta cómo fue la experiencia y si se puso dentro del equipo. "Fue lo primero que hice porque no jugaba", cuenta Bracamonte.\n\nResulta que Gullit no lo ponía y las veces que lo hizo Braca jugó bien. Esto hizo que los dirigentes lo presionaran para que ponga al argentino en el equipo y él se encaprichaba peor. Quería jugar con los futbolistas que él eligiese y no con quienes le impongan. Cuenta Bracamonte: "El presidente quería que yo jugara y él quería ganar con otra gente que no sea la que le ponían (...) Se va Gullit porque íbamos muy mal". Cuando echaron al holandés, el presidente llamó al entrenador de la Reserva, al entrenador de arqueros y a Bracamonte. \n\nFueron a hablar y les pidieron que se hagan cargo del equipo hasta el final del campeonato. Al presidente Ramzán le decía "presi" a pesar de que el Ministro de Deportes le reclamaba que lo tratase con más respeto. Resulta que Ramzán es solamente dos años mayor que Braca. Alexis le pregunta si viajaba a entrenar en tren. Braca le dice que no y los sillonistas lo bardean con que le gustan los trenes.\n\nLes fue bien dirigiendo al equipo y el presidente les pidió que sigan al mando del equipo. Bracamonte aclaró que había arreglado solamente hasta el final del torneo y se fue. "Al presidente no le gustaba que le dijeran que no", confiesa el Bracagol. Abandonó el Terek, se fue a jugar un año al Rostov y después pegó la vuelta para la Argentina.