Córdoba, 3 abr (EFE).- El tradicional bullicio y trasiego de fieles de cada Viernes de Dolores por la Plaza de Capuchinos de Córdoba, corazón cofrade cordobés donde se erige el majestuoso Cristo de Los Faroles, se ha convertido este año en un inédito viernes de silencio y soledad.
La plaza cordobesa se llenaba cada año de olor a incienso como preludio a la Semana Santa con la ofrenda de cordobeses y visitantes que hacían cola para saludar a la "Señora de Córdoba", la Virgen de Los Dolores que aguarda en la Iglesia San Jacinto, que tuvo que cerrar sus puertas el pasado 14 de marzo debido al decreto del estado de alarma en todo el país.
Una soledad y silencio durante todo el día en Capuchinos que se extenderá durante toda la tarde y noche cuando, como cada año, tenía prevista su salida en Vía Crucis la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Sangre, que no podrá ser seguido por primera vez desde la fundación de la cofradía cordobesa del Císter hace más de 40 años.
En otras ocasiones, la lluvia había impedido la salida de la imagen y el discurrir del Vía Crucis por el característico empedrado de la plaza de capuchina pero los hermanos y devotos podía participar en la celebración en el interior de las dependencias de la sede eclesial de la cofradía.
IMÁGENES: PLAZA DE CAPUCHINOS DE CÓRDOBA