En un vecindario de Guayaquil, en el oeste de Ecuador, las calles se ven vacías, excepto por algunos cadáveres que va dejando la pandemia del nuevo coronavirus.
En medio de la saturación de servicios por la emergencia del COVID-19, los hospitales de Guayaquil rechazan a los pacientes y los cuerpos se quedan por días en las casas de las familias –o en las calles–.
La mayoría de las funerarias han suspendido actividades ante el temor de que sus empleados se contagien.