La Haya (Países Bajos), 22 jul (EFE).- Jaski tenía 23 años, Edo sumaba 21 y Ben acababa de cumplir los 18 cuando llegaron a Srebrenica. Eran “hombres de Naciones Unidas” en misión internacional. Se sentían intocables, guardianes de la paz. En julio de 1995, sin poder hacer nada por evitarlo, más de 8.000 hombres y niños fueron ejecutados frente a sus ojos.