Huyó de Afganistán por pintar un cuadro. Cruzó a pie Pakistán, Irán y Turquía. Pasó el Egeo en una patera hasta Lesbos, donde malvivió en el campo de refugiados de Moria. Ahora en Atenas, Abdullah desearía no haber partido jamás.
Por Diego Menjibar Reynes