En el cementerio de Vitoria de Santo Antao, en Brasil, los muertos no descansan en paz. Este camposanto tiene un grave problema: no hay espacio para más cadáveres.
La situación es insostenible desde hace ocho años, pero la pandemia la ha empeorado. Dentro, los cuerpos se amontonan bajo escombros. Ni siquiera las lonas de plástico logran tapar del todo los cadáveres, apilados al aire libre.