Es una de las escenas más emblemáticas de la historia del cine. Un botín enterrado en una tumba y tres vaqueros rápidos con el gatillo. Son los protagonistas de El bueno, el feo y el malo, en la escena final del duelo de la película de Sergio Leone que en 1966 rodó en Santo Domingo de Silos, Burgos. Medio siglo después de su rodaje un grupo de vecinos se esforzó personalmente para recuperar el cementerio de la película: Sad Hill.