Si alguna vez te has sentido hinchada, con gases o simplemente mal después de tomar un helado, un vaso de leche, un yogur o una comida cargada de queso, es más que posible que seas intolerante a la lactosa. Las personas que sufren intolerancia a la lactosa no pueden digerir completamente la lactosa, el azúcar que se encuentra en la leche y los productos lácteos. Este trastorno digestivo es causado por la falta de una determinada enzima, la lactasa, encargada de descomponer la lactosa en dos azúcares simples: glucosa y galactosa.
La mayoría de los bebés y los niños no tienen problemas para producir suficiente lactasa, pero a medida que envejecemos, la producción de lactasa se reduce progresivamente. Esto conduce a la intolerancia a la lactosa en muchos adultos. Se estima, de hecho, que aproximadamente el 65% de los adultos tienen algún grado de intolerancia a la lactosa. Eso sí, aunque la intolerancia a la lactosa es bastante común, no siempre sus síntomas se identifican bien y puede pasar desapercibida para algunas personas…