“Apenas cerraba un ojo me despertaba con la imagen del responsable agrediendo a las cerdas con su destornillador”.
Grégory trabajó en un criadero de cerdos en Francia durante dos años. Víctima de acoso laboral y horrorizado por el maltrato que sufrían los animales, decidió denunciar y contactar con la organización animalista francesa L214.
Este es su testimonio para Brut