Hay quien dice que la crisis viene tan dura, que al socialista Sánchez no le va a quedar otra que convocar elecciones en cuanto vea un hueco.
Que no podrá esperar hasta finales de 2023, como desearía, porque la Unión Europea se ha hartado de su ineptitud y cada día que pasa se deteriora más la economía española.
No me atrevo a hablar de fechas, pero si a darles un consejo.
Cuando llegue el momento de acercarse a la urna, sea en municipales, autonómicas o generales, hágase una pregunta: “estoy mejor o peor que cuando el PSOE y Podemos se encaramaron al poder”.
Y si está peor, que es lo más probable, vote en consecuencia, sabiendo que ellos, Sánchez y sus compinches, son los únicos que han mejorado en estos años de vergüenza.
Usted está peor, mucho peor, pero todos ellos tienen sueldos espléndidos, han pasado del pisito modesto al lujoso chalet, usan coche oficial, tienen piscina particular, asesores, secretarias, un móvil que paga usted y viven a cuerpo de rey a cuenta del presupuesto.
Y los hacen sin vergüenza alguna.
Estos políticos, que no han trabajado en su vida, que chupan de la teta de la Administración desde antes de que a ellos les saliera bigote y a ellas pechuga, y que nada más volver de vacaciones se subieron el sueldo un 2 por ciento, acaban de decidir que los autónomos españoles, esos 3 millones de esforzados que rara vez tienen vacaciones y nunca se dan de baja médica, paguen entre dos y cuatro veces de cuota mensual.
Ese autónomo hará, además, de recaudador gratuito del IVA para el Estado. Y si monta su pequeña empresa, con uno o dos trabajadores, pagará además un Impuesto de Sociedades cercano al 25 por ciento, sufragará los costes laborales de su diminuta plantilla y se costeará, sin apenas desgravaciones, todos los gastos inherentes a su actividad.
Y en el futuro, si Sánchez y sus colegas siguen en el Gobierno, recibirá una pensión miserable, un tercio más exigua que la media.
Cuando se habla de las dos Españas, todo el mundo tiende a pensar en derecha e izquierda, pero eso sólo es una parte de la realidad.
Hay otra división y clama al cielo: la de estos mangantes que viven a cuenta de nuestros impuestos y no pegan chapa y la de los que nos partimos el lomo tratando de llegar a fin de mes.
Cuando llegue el momento de votar, téngalo presente.