Anda empeñada Irene Montero, la que llegó a ministra porque la tenía de pareja Pablo Iglesias, en que los hombres planchemos.
Yo, antes de seguir, debo confesar que no he planchado en mi vida. Cosí algo y de muy mala manera en el internado de los Jesuitas y después en la mili, algún botón y poco más, pero planchar, lo que se dice planchar, nunca.
Soy de los mangantes que se han apuntado siempre a eso de ‘la arruga es bella’ y que, en caso de necesidad, cuando no quedaba otro, intentaba salir del paso colgando las camisas en el cuarto de baño y dejando correr el agua caliente, para hacer vapor, o metía los pantalones debajo del colchón, a ver si recuperaban la raya y la compostura.
Pues ahora, según Irene Montero, «el Estado debe garantizar» que los hombres realicen tareas domésticas como planchar la ropa”.
Y la pregunta que yo me hago es si, con cargo al erario público y para crear más empleo subvencionado, se da a destinar una parte de nuestros impuestos a financiar un nuevo cuerpo de ‘inspectores de plancha”.
Y si para completar la gracia, se les va a autorizar por ley a entrar en nuestras casas a vigilar si los varones hacemos a no tareas domésticas.
Y en el caso de que nos pillen sin planchar, fregar, lavar o coser como Dios manda, que puedan imponer multas o lo que sea.
Coñas aparte, desde aquí, desde Periodista Digital y tras darle muchas vueltas al asunto, ya hemos encontrado la solución ideal.
Si la ministra de Igualdad, los zarrapastrosos de Podemos y el Gobierno Sánchez quiere aligerar a las familias españolas de esa gravosa y aburrida carga que son las tareas domesticas, lo tienen muy sencillo: mete mano en los presupuestos, como hace sistemáticamente, retira una partida y la destina a financiarnos a todos una ‘nanny funcionaria’, como la que tenían Irene Montero y Pablo Iglesias para sus niños y sus recados.
Asunto zanjado.