El pasado lunes, 6 de junio, tuvo lugar el primer debate electoral en televisión entre los candidatos a la presidencia de la Junta de
Andalucía.
Esto nos parece bien; utilizar el potencial de la televisión para las
campañas electorales. Lo que nos parece peor es el hecho de seguir manteniendo modos y maneras anacrónicos de hacer campaña, más propios de los años ochenta que del presente 2022, en plena era de las redes sociales y en un mundo cada vez más digitalizado.
En el mundo del 5G, del big data, del metaverso o del 'blockchain', continuar con las 'casposas' pegadas de carteles y con esa figura anacrónica de los mítines nos resulta, además de un insulto a la ciudadanía, una forma bastante cara de despilfarrar el dinero público en plena crisis en un país que no está sobrado de fondos por la crisis que nos ha dejado la pésima gestión de la desgracia que hemos padecido por parte del gobierno de Pedro Sánchez.
Otro error es el de medir el previsible éxito, o el potencial fracaso de los partidos en liza, en función del número de asistentes a los actos públicos. El primer mitin de los socialistas en esta campaña, en Jaén, registró no más de cien asistentes. El mitin, en cambio, de Santiago Abascal y Macarena Olona en aquel famoso banco en donde arrancaron su andadura en Sevilla en 2015 y en el que, por aquellos días, cuando pocos sabían quién era el hoy líder de Vox y en que no le acompañaron más de cuatro personas hace ya siete años, constituyó en las primeras horas de campaña un éxito multitudinario.
Los cuatro se convirtieron en cuatro mil o seis mil, pero esto no quiere tampoco decir que Vox vaya a obtener el próximo 19-J en el parlamento andaluz diecisiete escaños, o veintitrés, ni que Macarena Olona vaya a ser determinante o no en la conformación del futuro ejecutivo autonómico. Yo creo que sí debería estar, como creí también que debía estar en el gobierno autonómico que en Castilla y León preside Alfonso Fernández Mañueco.
Lo importante es la constatación de que el PP de Alberto Núñez Feijóo y de Juanma Moreno se está 'comiendo vivos' a los socialistas, después de haberse comido ya el espacio político de Ciudadanos. Resulta patético escuchar los mensajes de Inés Arrimadas mendigando, 'un voto, por favor, un voto, porque para el PP no es determinante pero para Ciudadanos sí porque puede contribuir a mantener el mejor gobierno de coalición que ha habido en la historia de Andalucía'.
Lo sustancial es que hay ya, así lo constatan los estudios de los distintos institutos demoscópicos, un diez por ciento de votantes socialistas que han pasado de la abstención de hace cuatro años, porque estaban hasta las narices del corrupto socialismo andaluz, a tener intención de votar ahora a Juanma Moreno. El viaje de unas siglas a otras está justificado por la elección hacia quien mejor ha gestionado los dineros de la Junta de Andalucía en los últimos cuatro años.