Hubo un tiempo en el que mentar el celebérrimo artículo 155 de la Constitución era casi como mentar a 'la bicha'. Por recordar otros ejemplos no tan lejanos en el tiempo, era como cuando en los ochenta y en los noventa se decía que había que ilegalizar a Herri Batasuna, a la que se conocía como el 'brazo político de ETA'. Hasta que llegaron, Jaime Mayor Oreja primero, y Ángel Acebes después, promulgaron la 'Ley de Partidos', Batasuna quedó fuera de la ley... y no pasó nada. Ni ardió el País Vasco, ni nadie quemó el País Vasco, ni ocurrió absolutamente nada. Hasta que, años después llegó un tal Pascual Sala, revocó aquello, y volvió a meter a los proetarras dentro de la legalidad.
Con el 155 ocurrió lo mismo. Se pensó que su aplicación iba a generar uno o dos millones de independentistas, más de los que ya había... pero Mariano Rajoy lo aplicó, 'ma non troppo', y tampoco ocurrió nada.
Hoy se cumplen cinco años de aquello y no me atrevo a afirmar que estemos mejor que entonces, ni en cuanto a Cataluña se refiere ni en cuanto a ninguna otra cosa. Los golpistas ha han repetido mil veces que volverán a violar la legalidad, ante la complacencia del gobierno, y nadie mueve un dedo. Espermos que cuando lleguen Feijóo y Abascal a La Moncloa, de aquí a catorce meses, lo apliquen de nuevo sin temblarles el pulso.