Alfonso Rojo: “Lo de Marlaska es un papelón, pero el villano de verdad es su jefe Pedro Sánchez”

Periodista Digital 2023-03-29

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Irene Montero es un chiste. Margarita Robles da pena. Alberto Garzón parece lelo. Ione Belarra es una sectaria de coña. Nadia Calviño se ha revelado como una inepta. La portavoz Isabel Rodríguez da risa y ‘Chiqui’ Montero parece necesitada de medicación, pero lo grave, lo garrafal, lo funesto, lo indignante de verdad es lo de Fernando Grande-Marlaska.
Del casi medio centenar de ministros que ha pastoreado Pedro Sánchez, desde que ‘okupó’ La Moncloa ayudado por proetarras vascos y golpistas catalanes, ninguno han sido tan decepcionante como el titular ande la cartera de Interior.
El antaño magistrado adulado por tirios y troyanos, por su eficacia, efectividad y eficiencia en la lucha contra ETA, es un pufo de tomo y lomo.
La demostración palpable de que el exceso de ego atonta y la ambición unida a una personalidad atormentada, te puede empujar a chapotear en cualquier lodazal.
Su reacción ante la sentencia del Tribunal Supremo, que califica de ‘ilegal’ la destitución del coronel Pérez de los Cobos, es de vergüenza ajena, sonrojante, propia de una mastuerzo como Patxi López o de una mema como Pam Rodríguez, pero no de un ex magistrado con sólida formación jurídica.
Si al retorcido Marlaska le quedara un atisbo de decencia, además de restituir en su cargo al Guardia Civil injustamente defenestrado, pavimentaría ipso facto el camino para su ascenso a general de Brigada, algo que merecía hace mucho, para lo que tenía los puntos suficientes y que la miseria moral del ministro y la vileza de su jefe han bloqueando.
Marlaska está más abrasado que la cafetera del Virginiano, no la pipa como dije ayer equivocadamente, pero seguirá en el cargo hasta el final de esta peste, porque sirve de parapeto a Sánchez y coincide con él en lo esencial.
Comparte con el jefe del PSOE una cualidad esencial en el Gobierno Frankenstein: mentir como quien silba.
Ha sido reprobado en el Congreso por mentir sobre lo sucedido en la Valla de Melilla, ha mentido sobre sus apaños con ETA y miente a propósito de los pisos millonarios que escondía Gámez, esa de la que dijo que era la directora más excelsa que ha tenido la Benemérita en su historia.
Es un capullo y lo tremendo, habida cuenta de las puertas giratorias que usan los políticos, es que -cuando lo echemos del Ministerio del Interior a final de año- se irá a un juzgado de postín y se dedicará a impartir injusticia.

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