Iba ayer caminando desde la Plaza de España a la de Oriente cuando, a la altura del Senado, me di de bruces con un grupo de jóvenes, todos con camisetas azules en la que ponía algo así como ‘por unos servicios públicos de calidad” al lado de una pequeña bandera de España.
Iba a pasar de largo, pero uno de ellos, que me conoce por estos sermones que cotidianamente lanzo en el canal de Youtube de Periodista Digital, me abordó y me dijo muy serio que teníamos que hablar de lo suyo, porque es una vergüenza que, como consecuencia de la ineptitud, desidia y sectarismo de Sánchez y Marlaska, haya guardias civiles durmiendo en furgonetas, como vagabundos sin techo.
Pues vamos a hablar.
Es un insulto que el socialista Sánchez vaya prometiendo viviendas públicas por todas las esquinas y los agentes de la Benemérita destinados en Ibiza malvivan, usando coches como hogares, ante la imposibilidad de alquilar con sus miserables sueldos un piso en condiciones, porque los precios están por las nubes.
Entre la España falsa, que intenta vender este charlatán de feria amigo de los proetarras de Bildu y de los golpistas de ERC y la realidad hay un trecho inmenso.
Y la prueba son esos guardias civiles, de los que se desentiende el Ministerio del Interior, y a los que la falta de domicilio fijo impide hasta empadronarse, por lo que no pueden ni beneficiarse del descuento de insularidad para desplazarse un poco más barato a la Península Ibérica.
Todo, mientras Sánchez, que no ha entregado las llaves de una sola vivienda social desde que ‘okupa’ La Moncloa, lleva ya la friolera de 113.000 pisos prometidos en diez días.
Más de una vez hemos subrayado aquí que a los únicos beneficiarios de la política inmobiliaria de Sánchez son los ministros del Gobierno Frankenstein, que gozan de residencia oficial gratis total, y personajes como Pablo Iglesias, que han saltado del pisito VPP de Vallecas a la mansión con piscina en la sierra.
Tenemos que añadir otro a la lista de favorecidos, porque hoy nos hemos enterado de que Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, compró su casa en el barrio madrileño de Chamberí con dinero en efectivo, que la Agencia Tributaria etiqueta como “de dudosa procedencia”.
Y todo mientras la Audiencia Nacional investigaba al socio de Iglesias por un presunto delito de blanqueo de capitales, tras pillarle trayendo fajos de billetes de la Venezuela chavista.
No soy quien para juzgar y me faltan datos para sacar conclusiones definitivas, pero ya les digo que si a mi me pillan moviendo en metálico 100.000 euros, me cierran Periodista Digital, me dedica Évole un programa especial en LaSexta, salgo en los informativos de la Cadena SER y me mandan a la trena.