No pasa por ser una de las ministras más mediáticas.

Pero cuando se dedica a hacer algo, Teresa Ribera la acaba liando a base de bien.

Cuando no es el paripé de ir a una cumbre climática en bicicleta, pero escoltada con dos coches oficiales, es la tontería de concluir que al sol hace más calor que en la sombra.

La última 'perla' de la titular de Transición Ecológica fue la falta de empatía con los afectados por la DANA que golpeó a varios municipios de Madrid y de Toledo.

Una de las localidades más perjudicadas, la madrileña Aldea del Fresno, recibió la visita de la ministra, pero se notó a la legua que simplemente fue para cubrir el expediente, un gesto de cara a la galería. Y eso que la devastación en ese pueblo fue tal que tres de los cuatro puentes de acceso a la localidad desaparecieron, dejando prácticamente aislado al término municipal.

Los afectados, amén de conocer que el Gobierno estatal iba a activar todas las ayudas posibles para restañar los daños sufridos, también buscaron algún tipo de consuelo y palabras reconfortadoras por parte de la política. 




Pero la responsable de Transición Ecológica, como si fuese un cyborg, buscó únicamente hacerse la foto, algo que encrespó a los lugareños que le dieron para el pelo:

Ministra, esto se veía venir, no nos dejan limpiar el río. Esto ha pasado por no permitir a los vecinos limpiar el río.

Ribera, interpérrita, siguió con su recorrido y sin hacer caso a las quejas de los vecinos: 

Hay que limpiar más. Menos postureo, menos fotografías y más limpiar.

Lo peor de todo es que ante todos estos comentarios, no solo pasó que Ribera pasara de atender a sus reclamaciones, sino que cuando ya se marchaba de la localidad hizo un gesto bastante polémico, llevarse el dedo a la sien.