El joven , que acumulaba 47 sanciones disciplinaras en el ámbito laboral y había faltado al trabajo en reiteradas oportunidades sin justificación alguna reiteró su intención de ausentarse y, tras comunicarlo a la oficina de personal, le respondieron con un emoji.
Interpretó que le daban el permiso y cuando regresó a sus funciones se enteró que lo habían despedido.
Ofuscado por la situación inició acciones legales pero el fallo final fue a favor del empleador.