Se va a pique un yate cargado de jamones frente a las costas africanas y el solitario superviviente se refugia en una frondosa y deshabitada isla, donde monta su tenderete con los restos de la nave, a la espera de que pase un barco y lo recoja.
Su único compañero de fatigas es un pequeño cocodrilo, que todas las mañanas se acerca y le mordisquea los pies, hasta que el tipo, para calmarlo y que se aleje, le echa un pedazo de jamón.
Y así una mañana y otra y otra, hasta que un buen día, el cocodrilo, que ha ido creciendo y se ha puesto gordo y lustroso, en lugar de devorar la loncha, se zampa al náufrago.
Cambien la palabra cocodrilo por separatista y náufrago por Sánchez y ya tienen la parábola de lo que es la política española actual. Con moraleja y todo.
Dicen estos majaderos del PSOE que las cosas están mejor en Cataluña, pero como les restregó por la cara Feijóo durante su fallida investidura, hay menos algaradas, porque Sánchez y su cuadrilla les han ido concediendo todo lo que han exigido.
Al igual que al tigre no se le apacigua con solomillos, al separatismo no se le neutraliza con claudicaciones. Entre otras razones, porque es insaciable.
En su pugna entre por ver quién exprime más a los socialistas y comprobando lo fácil que les ha sido obligar a Sánchez a concederles la amnistía, los zotes de ERC y la derechona racista de Junts han decidido cerrar filas y exigir conjuntamente un referéndum de independencia.
Lo han hecho apenas un par de horas después de que el jefe del PSOE se jactara de que su renovación como inquilino de La Moncloa será rápida: en la tercera o la cuarta semana de octubre.
Los sociatas han sacado a toda prisa un comunicado afirmando que ‘por ese camino, no hay avance posible’, pero como si dicen misa.
Cederán de nuevo ante Junqueras y Puigdemont, aunque el panorama se complica.
El pasado 5 de septiembre, cuando Puigdemont anunció en Bruselas sus exigencias para ungir a Sánchez, en el PSOE se pusieron muy contentos, porque el prófugo no incluyó entre su condiciones el anticonstitucional referéndum.
Ahora, sin esperar siquiera a que Sánchez sea designado candidato por el Rey, lo hace y al alimón con Junqueras.
Junts y ERC suman 14 diputados, sin los cuales y descartada la abstención del PP o de VOX, no hay posibilidad alguna de que Sánchez renueve como presidente del Gobierno de España.
Todos sabemos que si Sánchez necesitase los votos de los violadores para para ser presidente, metería en su ‘Coalición Progresista’ a la Manada de los Sanfermines de Pamplona.
Es capaz de cualquier cosa, pero me da que aumentan y mucho las probabilidades de que el próximo 14 de enero de 2024 tengamos de nuevo elecciones generales.