No podría existir el mundo, o incluso la vida, sin bacterias, sin hongos, sin virus. Muchos microbiólogos están convencidos de que la obsesión actual por la esterilidad, no es solamente un esfuerzo en vano, sino que es perjudicial. Las bacterias intestinales pueden influir en enfermedades neurológicas graves como el autismo, el parkinson e incluso el alzheimer. Mantener una microbiota sana y variada es una forma de protegernos contra muchas enfermedades, de la mente y también del cuerpo. Y tenerlo en cuenta podría cambiar por completo el enfoque en lo que concierne a enfermedades psiquiátricas y las terapias que se utilizan para estas enfermedades.
Obesidad, diabetes, alergias, enfermedades del hígado y del sistema cardiovascular. En los países industrializados, estas patologías se están propagando a un ritmo acelerado, y parece ser una consecuencia directa de ciertos cambios en la flora intestinal de la población. Los motivos son el uso de antibióticos a gran escala, medidas higiénicas cada vez más drásticas y, por encima de todo, una dieta en la que la concentración de azúcar y grasa es cada vez mayor.