Asistía a más de 150 adultos, abuelos y niños en situación vulnerable. Entre ellos algunos con discapacidad. “Los chicos se van tristes, antes salían de las escuelas y retiraban chocolatada, mazamorra, leche, pancito, ahora se van sin nada y con la panza vacía”, contó la encargada del merendero, Micaela Córdoba.