Su nombre retumbó en la tribuna del Estadio Azteca. “¡Chava!... ¡Chava!” fue el grito de La Monumental, que de esta forma agradeció a Salvador Cabañas por todo lo que le brindó al América. El delantero agradeció con una enorme sonrisa y con un saludo que provocó un sonoro aplauso del respetable, que en poca cantidad se dio cita en el inmueble para observar el choque amistoso ante Paraguay, que terminó con empate a cero.
Salvador saltó a la cancha una hora antes del partido, enfundado en la casaca amarilla. Realizó cada uno de los movimientos que le pidió el preparador físico. Se le vio con ganas, con deseos de demostrar que se ha recuperado.
Después, los dos cuadros saltaron al terreno de juego, enfundados en una playera blanca con el rostro del jugador al frente y con la palabra “Ipora”, la primera que dijo al momento de despertar luego del incidente que tuvo en el Bar Bar y que en guanarí significa “estoy bien”. Le hicieron el pasillo, se colocó al centro del campo donde todos lo rodearon y le rindieron el homenaje que se brinda a los grandes.
Arrancó el compromiso del lado americanista. Tocó en varias ocasiones el balón, y mandó un disparo que pasó cerca del marco defendido por Joel Silva. A los 8 minutos, Carlos Reinoso lo mandó llamar de cambio, para que ingresara Juan Carlos Medina. El chileno lo abrazó y lo siguió con la vista hasta que se sentó en el banquillo.
Es cierto que la recuperación ha sido milagrosa, que el delantero salió adelante contra todos los pronósticos, pero la realidad es que difícilmente podrá volver a jugar con un equipo profesional.
Mantiene toque, pero lejos está del hombre que marcaba diferencia, del letal ariete que llegó a trascender a nivel internacional.
Le dio una vuelta a la cancha al finalizar el primer tiempo. Los aplausos y los gritos de aliento contrastaron con los abucheos que recibieron las Águilas por el pobre rendimiento que mostraron en la parte inicial. Y es que Reinoso cumplió con lo que adelantó el martes, de experimentar, al grado que realizó cinco movimientos de un jalón.
Para el complemento, Chava cambió la playera americanista por la guaraní, hecho que pasó casi inadvertido debido a que las miradas masculinas se posaron en una joven paraguaya que hizo topples, robándose el espectáculo y los suspiros de los que se encontraban alrededor, que encontraron mayor “diversión” en la tribuna que en la cancha. De inmediato fue detenida.
Al salir, Cabañas fue abrazado efusivamente por el técnico Francisco Arce. Se había acabado su participación en el partido de homenaje, gris por el pobre rendimiento de los equipos, pero emotivo para el delantero. Fue evidente la molestia de los seguidores americanistas, que silbaron al momento en que Roberto García Orozco pitó el final del partido.
Pocas personas se dieron cita al inmueble, no las esperadas. Fue evidente que el castigo fue para América, pero Cabañas pagó los platos rotos.